La disartria que se produce como resultado del daño cerebral antes del nacimiento se conoce como disartria del desarrollo, y se da con mayor frecuencia en los niños. Los adultos son más propensos a desarrollar disartria como resultado de una lesión, de un tumor o por una afección como la enfermedad de Parkinson. La disartria puede provocar que los músculos de la boca, la cara y el sistema respiratorio se debiliten, se muevan con lentitud o incluso no puedan moverse en absoluto. Además, el tipo y la gravedad de la disartria dependerán de qué parte del sistema nervioso se vea afectada.